Acertada selección poética lorquiana llevada a cabo por Manuela Rodríguez y Antonio Rubio, arropada por delicadas ilustraciones del mexicano Gabriel Pacheco, pequeñas obras de arte que aportan un valor extraordinario a la antología. Si bien no todos los poemas fueron pensados para niños, sí poseen el sabor del folclore popular andaluz, lo que -unido a las juguetonas rimas- facilita su comprensión y disfrute. Naranjeles al amanecer en tierras sevillanas, caracolas con rumor, candiles en la noche, flores azules, lagartos llorones, sillas de oropel y balcones con sabor a despedida conforman un universo poético donde la aparente simplicidad lingüística recrea un rico imaginario próximo al gusto infantil. En la obra también se incluyen cantos del pueblo, como La tarara, un vals en las ramas y el que se convirtió en emocionante testamento en verso del genio granadino, "Cuando muera, si es que muero, dejad el balcón abierto". Excelente ocasión para que el lector adulto comparta el recitado con los pequeños de la casa al son de las versiones musicalizadas (accesibles a través del código QR), por la cantautora Quesia Bernabé.
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