El jardín familiar de los Puntaenblanco era ejemplo de perfección gracias a sus cuidadosas rutinas, pero cuando Florencio se hartó del excesivo celo que el matrimonio ejercía sobre su trabajo, abandonó la labor de jardinero dando rienda suelta a la vegetación que, desde entonces, crece de forma desaforada. Una vez superados los primeros y lógicos inconvenientes, el grupo va a descubrir las múltiples bondades inherentes a la profunda floresta que ahora inunda el hogar, una "maleza" vivificante que es capaz de influir en sus comportamientos cotidianos e insuflar nuevas y divertidas vivencias a su grisáceo día a día. Pero tras ese "mar de alegría y asombro" que supone el verano, la llegada de la siguiente estación obliga de nuevo a podar y talar, sin embargo, ¿será este el final de tantos momentos maravillosos vividos en su novedoso "nido de verdor"? Una propuesta colorista, editada en grandes dimensiones, en las que se pone en valor el poder de la naturaleza para cambiar nuestro estado de ánimo y formas de afrontar la vida desde un punto de vista irónico y sugerente.
El jardín familiar de los Puntaenblanco era ejemplo de perfección gracias a sus cuidadosas rutinas, pero cuando Florencio se hartó del excesivo celo que el matrimonio ejercía sobre su trabajo, abandonó la labor de jardinero dando rienda suelta a la vegetación que, desde entonces, crece de forma desaforada. Una vez superados los primeros y lógicos inconvenientes, el grupo va a descubrir las múltiples bondades inherentes a la profunda floresta que ahora inunda el hogar, una "maleza" vivificante... Seguir leyendo
¿Malezas?
La familia Puntaenblanco vivía en una casa en la ciudad. Con orgullo afirmaban que esta casa era el pulmón verde del barrio. Porque, claro, a la naturaleza ellos la ¡ADORABAN!
Pero una naturaleza organizada, dominada, reglamentada.
En su casa, nada podía crecer al azar.