Tía Marita espera, puntual como siempre, a sus cinco sobrinos para pasar un día de piscina. Llevan la equipación completa con la idea de garantizar que la jornada sea, como cada año, inolvidable. Fruto de la impaciencia los pequeños van saltando al agua al mismo tiempo que recuerdan algunos lapsus involuntarios. Por unas u otras razones todos terminan sobre la espalda de la protagonista, convirtiéndose en "salvavidas" involuntaria. Ante esta situación decide tomar cartas en el asunto explicando, con sencillas pautas, qué cosas son imprescindibles antes del primer chapuzón. Enrique Quevedo sabe construir un mágico y alegre ecosistema en el que transcurren las aventuras de esta peculiar familia, andanzas de las que se puede extraer una moraleja (es más fácil intentar poner remedio a los problemas autogestionando los mismos que no implicarse o eludir responsabilidades); explicitada de forma clara en la propia narración. El texto es de Sandra Alonso, a quien conocimos a través de La bibliotecaria (Alaestrella)
Tía Marita espera, puntual como siempre, a sus cinco sobrinos para pasar un día de piscina. Llevan la equipación completa con la idea de garantizar que la jornada sea, como cada año, inolvidable. Fruto de la impaciencia los pequeños van saltando al agua al mismo tiempo que recuerdan algunos lapsus involuntarios. Por unas u otras razones todos terminan sobre la espalda de la protagonista, convirtiéndose en "salvavidas" involuntaria. Ante esta situación decide tomar cartas en el asunto explicando, con... Seguir leyendo
La tía Marita y sus cinco sobrinos
Como cualquier mañana de verano, tía Marita
se fue a la piscina acompañada de sus cinco sobrinos:
Tapi, Tepi, Tipi, Topi y Tupi.