Últimamente hablamos mucho, de forma casual, de segundas partes que superan a las primeras. Y la obra de Brenna Thummler (secuela de "Sábanas"); podría entrar también en esta categoría. Marjorie sigue compartiendo su particular vida cotidiana con los lectores. Echa de menos a su madre pero advierte que el resto de la familia está recuperando la energía de la que adolecía en la primera parte, aunque sin duda su verdadero motor es el amigo fantasma, Wendell, al que se une en importancia en esta trama una solitaria compañera de clase, fotógrafa aficionada, que a menudo es desplazada por el resto de estudiantes a consecuencia de su caracter introvertido. Las vidas del trío, aunque no lo crean, están destinadas a entremezclarse. El argumento recoge y esboza, de forma inteligente, dilemas tan habituales en esta etapa de la vida en la que se encuentran y lacras que, lamentablemente, siguen vivas en los institutos, como el acoso escolar. Jóvenes perdidas en la búsqueda de su propia identidad, como simboliza la fiesta "espectral" en la que pueden disfrutar todos juntos sin temor a ocultarse, en una trama resuelta brillantemente con una propuesta gráfica, tan sutil como seductora, en la que se alternan viñetas secuenciadas en formato clásico con estampas a página completa, siendo común denominador la facilidad para generar cotas de colorida belleza (basta con echar un vistazo a las viñetas de las páginas 220, 221 o 222, por citar un pequeño ejemplo); un aparataje ilustrado del que se podría disfrutar de forma exenta a la lectura completa.
Últimamente hablamos mucho, de forma casual, de segundas partes que superan a las primeras. Y la obra de Brenna Thummler (secuela de "Sábanas"); podría entrar también en esta categoría. Marjorie sigue compartiendo su particular vida cotidiana con los lectores. Echa de menos a su madre pero advierte que el resto de la familia está recuperando la energía de la que adolecía en la primera parte, aunque sin duda su verdadero motor es el... Seguir leyendo
Frágiles
- Vale, ya veo el cucurucho.
- Jo, tío.
- ¿Cuál fue?
- Nuez negra.
- ¡Oh, tu favorito!
- Pues qué chasco
- Perdértelo siempre lo es.
- Menos cuando toca plátano. ¿A quién le importa perderse el día del plátano?