Casi una treintena de poemas que tienen como hilo conductor el mundo del circo, un espectáculo superviviente que sigue teniendo muchos adeptos entre el público infantil y que marcó las infancias de anteriores generaciones. Esos visitantes de las carpas en las ciudades, cada temporada festiva, reconocerán en los versos del escritor segoviano (que atesora algunos de los más importantes galardones en el panorama poético infantil, a saber, Hiperión, Nacional de Poesía Miguel Hernández; Jaén de Poesía y Ciudad de Orihuela); pasajes, artistas, momentos propios de las dinámicas habituales que se producen al hilo de la función. Pero el show también es la excusa para hablar de lo que sucede alrededor: el poder de los sueños, la magia de los árboles centenarios junto a los que se instalan, el reflejo en las nubes pasajeras, el resplandor de la caravana desfilando ante el pueblo o ciudad. Casi todas las profesiones ligadas a esta ceremonia están representadas, desde el faquir al forzudo, de la acróbata a los títeres, aquí sabedores de que, en realidad, son ellos quienes tienen el poder. Un bello, imaginativo y completo homenaje a un evento que lleva en activo desde tiempos inmemoriales, y que ha calado en todo tipo de civilizaciones, desde oriente hasta occidente.

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