Leyendas de España
Érase una vez una niña muy pobre llamada Primavera. En su casa, la necesidad y las lágrimas eran lo más frecuente. Sobre todo cuando el dueño de las tierras se acercaba con sus perros a reclamar el pago del alquiler. Era un hombre desagradable que sonreía con crueldad cuando miraba a Frasquita, la hermana mayor de la niña, de la que parecía haberse enamorado.