Betsabé nunca duerme
Guardo clara y sin brumas, como la escena luminosa de un cuadro o de una fotografía nítida, incólume al paso del tiempo, aquel instante en el cuarto de jugar de la casa vieja de mi niñez. Es una tarde de invierno, en vísperas de la Navidad. Me veo sentada leyendo sobre la estera verde que, a veces, era pradera, oasis, o fondo de mar donde yo era la reina de las sirenas.