Arturo. El rey que fue y será
Al este, sobre el mar embravecido, portador de dulces promesas en el brusco vaivén de sus olas, un filo de luz de oro blanco.
Una espada. ¡No! Una cimitarra. Eso he visto al levantar la solapa impregnada de sal de nuestra tienda de campaña.
Lord Stephen y yo llegamos a Venecia ayer a medio día, con Turold, nuestro armero, y con nuestro establero, Rhys.