El último invierno del fantasma
Es media noche en la cámara imperial del emperador Federico III. Los aduladores y los artistas, los alquimistas, astrólogos, médicos, curanderos, boticarios, nobles, farsantes, sacerdotes, comediantes y ocultistas que habitualmente se congregan en ella ya se han marchado. El emperador está sentado en su trono, aparentemente solo, absorto en sus pensamientos. Alza una mano pálida, despacio, perezosamente.