La Señora Cucharita
Érase una vez una viejecita que por la noche se había acostado, como hacen todas las viejecitas del mundo. Había dormido luego, como hacen también todas las viejecitas, y por la mañana despertó, del mismo modo que todas las viejecitas del mundo despiertan. Pero entonces descubrió que se había vuelto menuda, menuda como una figurita de adorno, no más grande que una cucharilla de té. Y esto sí que no es normal, ni siquiera entre las viejecitas.