Al otro lado de la esfera
Verano de 1487 en Villada, un pequeño pueblo de Castilla, lugar pacífico y rutinario, que vivía casi ajeno a los sucesos del mundo exterior. Guerras, viajes, tratados, pactos y conquistas estaban ocurriendo no muy lejos de allí; pero cuando las noticias de estos hechos llegaban a la plaza, gracias a los juglares noticieros, la gente las escuchaba con la misma lejana curiosidad con que oía cantar las antiguas gestas o las leyendas fantásticas. En Villada vivía Pedro, un niño de diez años, hijo único de aquellos hidalgos empobrecidos que habitaban en casas blasonadas y malvivían de lo que producía la tierra después de descontar alcabalas, diezmos y primicias.