Un día en la feria con Ámbar
Yo, Ámbar Dorado, me despierto y deseo que éste sea un día perfecto. Ayer no fue un día perfecto. Mi padre y mi madre estaban enfadados y discutían. Y yo, Ámbar Dorado, odio que pase eso. Me visto. Me pongo mi mejor ropa para empezar un día de vacaciones que quiero que sea perfecto. Bajo la escalera, procuro que el talón de mi zapatilla derecha toque bien el fondo de cada escalón. Y a cada paso digo:
-Que sea un día perfecto, que sea un día perfecto...