El Príncipe que dio calabazas a Cenicienta y otros cuentos de hadas modernos
Hacía una semana que nadie había visto a Gran Lobo Feroz desde la mañana en que había salido de caza por la nueva carretera que cruzaba el bosque.
–Hijo –le había dicho a Pequeño Lobo Feroz–, esta carretera es justo lo que necesitamos. La gente siempre tiene comida de sobra, y ahora van a traerla al mismísimo bosque. Y, vaya, engañarlos para quitársela es más fácil que cazar conejos de tres patas. ¡Esta noche volveré con comida suficiente para una semana!
Pero aún no había vuelto.
Mamá Lobo se había opuesto a aquel plan desde el principio. Tenía muchos pariente que habían perdido la vida al vérselas con personas.