Si hubiera una familia «ideal», esa sería la numerosa familia Ratón, creada por el japonés Iwamura en este cuento, maravillosamente ilustrado y que, sin apenas palabras, transmite el cálido y acogedor ambiente familiar en el que viven, felices, catorce ratoncitos. La amorosa convivencia entre abuelos, padres y «niños» (un modelo hoy ya infrecuente), en una familia bien estructurada, en la que cada uno tiene su lugar, es un precioso ejemplo que puede servir para debatir en el aula sobre los modelos de familia de la actualidad. Si hubiera una familia «ideal», esa sería la numerosa familia Ratón, creada por el japonés Iwamura en este cuento, maravillosamente ilustrado y que, sin apenas palabras, transmite el cálido y acogedor ambiente familiar en el que viven, felices, catorce ratoncitos. La amorosa convivencia entre abuelos, padres y «niños» (un modelo hoy ya infrecuente), en una familia bien estructurada, en la que cada uno tiene su lugar, es un precioso ejemplo que puede servir para debatir en el aula sobre los modelos de familia de la actualidad.

La familia Ratón se va a dormir

«¡Yupi, ya estáis aquí!». Benjamín saluda a papá, a mamá y al abuelo.
Las sombras se alargan al atardecer. «La colada está seca», anuncia la abuela.
¡Qué bien huele! El guiso de brotes tiernos está a punto.
«Venga, poned la mesa. Pronto vamos a cenar».
«¡Huy! ¡Octavio, pon más agua fría está muy caliente!».
El humo y el vapor huelen bien por la noche.
¡Mirad! Paulino aún no se ha quitado los pantalones. Gregorio se ríe. La leña arde alegremente.
Glup, glup, el jabón hace burbujas. A Quintín le pica la boca.