Halloween... ¡Qué miedo!
Era una lluviosa tarde de octubre. Estaba trabajando en la oficina, solo. Tras la ventana la lluvia goteaba monótona, tamborileando contra los cristales. Plic, plic, plic... Eché una mirada distraída fuera y por un instante, sólo por un instante... ¡me pareció ver la jeta de un fantasma que estaba espiándome! Yo me sobresalté, asustado, y solté un grito:
–¡Socorro!
Con el corazón en la garganta miré de nuevo...