El chico que quería convertirse en ser humano
Leiv Steinursson estaba riendo a carcajadas cuando mataron a su padre, lo que no tenía nada de extraño, porque en el mismo instante en que Thorstein de Stockanaes cercenó la cabeza de Steinur, el tío de Leiv, Helge, tropezó con una cuerda que el muchacho había tensado entre el pozo y la puerta del establo, y cayó de bruces en una bosta de vaca fresca y humeante. La risa de Leiv retumbó entre los edificios de la granja, y él se encaramó al tejado de hierba del establo, adonde sabía que su tío no lo seguiría.
Pero aquella misma noche, cuando los hombres de Steinur llegaron con la noticia del crimen, Leiv ya no se rió.