Te comerás el mundo
–Venga, dos más así. Ladea un poco más la cabeza... Esto es... pero levanta más la barbilla. Oh, sí, la cámara te adora.
La voz del fotógrafo sonaba amortiguada. Frente a él posaba una chica que no tendría más de dieciocho años. Sus gestos, sin embargo, eran casi profesionales, como si durante toda su vida hubiera estado acostumbrada a realizar esos movimientos, a mirar con descaro al objetivo, enamorándole. Sonreía de una manera sutilmente provocadora, apenas mostrando sus dientes blancos y alineados, cubiertos por unos labios carnosos, atractivos.