El talismán de oro
Dejando a su paso estelas luminosas en el aire, en la tierra y en el agua, todos los duendes del mundo cruzaron meridianos y paralelos, los siete mares y los cinco continentes, y llegaron, desde los cuatro puntos cardinales de la rosa de los vientos, a una pradera cercana a la gran ciudad.
Un día antes había sonado la alarma general, y nadie se quedó en casa. Algo muy grave los amenazaba, y ninguno quiso permanecer sobre ascuas.
Subido en una rama muy alta de un árbol desnudo, Riac, el duende más anciano, habló.