¿Eres tú, Mofeta?
Algo olía mal en el bosque. Desde su escondrijo, Mofeta olisqueó el aire y resopló.
¡Oh, puaff!... ¡qué mal huele!
Mofeta salió de su madriguera dispuesta a descubrir de dónde provenía ese olor.
Bajó al suelo deslizándose por las ramas de los abedules. En algún lugar de la maleza se escondía ese tufo que tan mal olía.
¿Sería... Alce? ¡Oh, qué peste!
–¿Eres tú, Alce, ese olor tan desagradable? –balbuceó Mofeta.
–¡Te has equivocado! ¡yo no apesto! ¿Cómo puedes decir esto? –refunfuñó Alce.