Óscar ya no se enfada
Óscar era un oso alegre y simpático, aunque también se enfadaba. Sobre todo cuando sus amigos le llevaban la contraria.
Con Amelia, la tortuga, solía ir de paseo. Cierta vez, la tortuga se sintió agotada. Le costaba andar al paso del oso y acompañaron sus zancadas.
Así es que, casi sin aliento, le pidió a su amigo:
–Óscar, ¿podrías ir más despacio? Andas a paso de gigante y así no puedo seguirte.
–¿Qué dices? –protestó el oso–. Mis pasos son cortos.
–¡Pues lo será para ti! –respondió la tortuga.