Los libros sin palabras tienen una especial permanencia en la memoria de sus lectores. Por prescindir de un texto explicativo exigen del lector una disposición activa, una lectura más pausada y mayor atención a las elipsis. Suele pensarse que esta clase de libros son para prelectores, para quienes todavía no saben leer. Esta creencia es incorrecta. Se trata de un género que exige el conocimiento de las estructuras narrativas y las convenciones de la secuencia; su simplicidad es sólo aparente. Aún así, produce en sus lectores gran satisfacción.Los libros sin palabras tienen una especial permanencia en la memoria de sus lectores. Por prescindir de un texto explicativo exigen del lector una disposición activa, una lectura más pausada y mayor atención a las elipsis. Suele pensarse que esta clase de libros son para prelectores, para quienes todavía no saben leer. Esta creencia es incorrecta. Se trata de un género que exige el conocimiento de las estructuras narrativas y las convenciones de la secuencia; su simplicidad es sólo aparente. Aún así, produce en sus lectores gran satisfacción.
Un niño, un perro y una rana
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