La cabeza de Medusa
El viernes en que iba a ser violada amaneció bochornoso, la ciudad pugnando por extraer las cimas de los edificios fuera de los harapos de la niebla. Desde la ventana de su cuarto, Sofía contempló las casas que la separaban de la orilla del mar, envueltas en la bruma que sube del agua con el inicio de la primavera, pero que a veces se apresuraba y se adelantaba a carnaval, obstruyendo la circulación de coches y palabras. Febrero estaba comenzando.
Contempló la bruma arrugando el ceño. ¿Qué se iba a poner si el tiempo no mejoraba?