Exploradores en el lago
Linnet entró en la casa gritando:
–¡Ya está, Robin: te aceptan en el campamento de verano!
Su voz resonó escaleras arriba, sobresaltando al chico, que jugaba con su cotorra.
–Te aceptan, ¿oíste?
Robin sacudió la cabeza. Los cabellos, de un rojo intenso, le cayeron sobre los ojos, haciéndolos parecer más azules. Sin embargo, su hermana le notó la mirada opaca, casi gris.
–¿Qué pasa? ¿No te alegras?