Tres niños y un cóndor
–¡Quieto!... No te muevas... ¿Lo oyes?
–Sí... ¿Qué será?... ¿Será un conejito?
–No, cómo se te ocurre, si los conejos no chillan... Yo creo que..., sí, yo sé qué es...: debe de ser un huerfanito de la matanza de ayer... Esos tipos malos con rifles... ¿Oyes?... Sí, por aquí suena... Allí debajo de ese matorral... ¡Cuidado!... ¡Allí está!
Así fue como Mariana y Nicolás se encontraron un condorcito, allí, en medio de la hierba. Había quedado huérfano, pues la víspera unos tipos malos habían estado cazando cóndores.