Si quieres pasar miedo
Florián estaba enfermo desde hacía ya dos semanas. Tenía una inflamación en una pierna que no terminaba de sanar y hubo de guardar cama. La herida picaba y escocía, y cuando su madre le cambiaba la venda le hacía un daño horrible. Pero mucho peor que los dolores era el aburrimiento. Sobre todo se aburría por las mañanas, cuando sus padres estaban trabajando. A menudo se quedaba así, tumbado, y contaba las motas negras de la alfombra. O se inventaba historias de un muchacho y un perro que vivían aventuras apasionantes.