Dos chicos, cuyos nombres son Uno y Dos, viven en Barcelona y pertenecen a la clase acomodada. Sueñan con tener un perro y menos aparatos, porque son chicos inquietos a quienes les gusta investigar. Tres, la tercera participante de la trama, también vive en Barcelona pero en los barrios más pobres. Por arte de magia y de los ordenadores, se encuentran de repente en un sitio que no conocen, donde la maga Marilyn les tiene preparada una sorpresa: partirán inmediatamente, en calidad de exploradores, hacia el lado oscuro de la Luna.
Dos chicos, cuyos nombres son Uno y Dos, viven en Barcelona y pertenecen a la clase acomodada. Sueñan con tener un perro y menos aparatos, porque son chicos inquietos a quienes les gusta investigar. Tres, la tercera participante de la trama, también vive en Barcelona pero en los barrios más pobres. Por arte de magia y de los ordenadores, se encuentran de repente en un sitio que no conocen, donde la maga Marilyn les tiene preparada una sorpresa: partirán inmediatamente, en calidad de exploradores, hacia el lado oscuro de la Luna.
Los exploradores en la Luna
25 de diciembre de 2008, 7,40 hora local. Amanece en la mansión de los señores Richs. Uno entreabre los ojos y consulta las manillas luminosas de su reloj de pulsera marca Rolex, regalo de su padre por su 11º cumpleaños. Se incorpora, se sube ligeramente el pantalón del pijama de popelina de rayas azules que le queda un poco holgado y se acerca a la ventana, descalzo, sobre la clara y mullida moqueta hasta descorrer las gruesas cortinas de lino forradas de gris opaco. Echa un vistazo al indicador de la temperatura: seis grados en el exterior de la casa y veintidós en el interior de la misma, por lo que en la amplia habitación hace un calor sofocante.