Diente de león
Llegó con un diente de león en la mano y lo soplaba mientras corría hacia nosotros. El sol caía detrás de su espalda. Todos la miramos a contraluz. El penacho de semillas del diente de león se esparció por el aire. Ella gritó:
–¡Quiero ser uno de esos! ¡Y volar!
Las plumas del diente de león revoloteaban, se alejaban de la mano de la niña. El viento las llevaba y volaban lejos. Yo cerré los ojos. También quise ser una de esas semillas.