El miedo a la oscuridad y a los monstruos es uno de los más comunes en las primeras etapas. Esto mismo le ocurre a Mateo, el protagonista de esta historia. A lo largo de la noche, cada vez que el reloj da la hora, un monstruo aparece en la habitación para comérselo. El niño se inventará toda clase de artimañas pero solo cuando se enfrenta a su miedo consigue que el monstruo desaparezca. Las ilustraciones que acompañan al texto ayudan a crear una atmósfera de miedo y a que lector se identifique con el protagonista.
El miedo a la oscuridad y a los monstruos es uno de los más comunes en las primeras etapas. Esto mismo le ocurre a Mateo, el protagonista de esta historia. A lo largo de la noche, cada vez que el reloj da la hora, un monstruo aparece en la habitación para comérselo. El niño se inventará toda clase de artimañas pero solo cuando se enfrenta a su miedo consigue que el monstruo desaparezca. Las ilustraciones que acompañan al texto ayudan a crear una atmósfera de miedo y a que lector se identifique con el protagonista.
¡A mí no me comas!
Mateo se caía de sueño. Antes de irse a la cama, le dio un beso de buenas noches a mamá, a la tía Matilde, al nuevo (así llamaba a su hermano Pablo), a Cristofer, su perro, y, arrastrando los pies, se fue a su cuarto. No tenía fuerzas ni para ponerse el pijama. Abrazado a su osito, se quedó dormido. Era una noche sin luna... El reloj daba la UNA... De pronto, Mateo se despertó asustado. Había escuchado un ruido.