Clases de vuelo
Mientras puedo recordar, en nuestra casa, la ropa de verano se guardaba en el armario alto en invierno y la ropa de invierno en verano. Así había sido desde mi primera infancia. No recuerdo quién había establecido ese orden. Quizá mi madre. Con el cambio de estación, tenía lugar una verdadera ceremonia. Mi padre traía la escalera alta de la plantación de naranjos y la apoyaba contra el armario. Yo me colocaba al lado y le iba alcanzando, cuidadosamente dobladas, las mantas, los jerséis y los calcetines de lana enrollados. A veces, me llamaba la atención una pequeña mancha en alguna de las prendas, pero no se lo decía. Normalmente, mi padre cuidaba estupendamente la ropa y no quería ofenderlo.