Un safari en el salón
Lord Haselmer estaba inquieto. En la pared de la chimenea tenía colgados sus trofeos de caza: la terrible cabeza de un león, la de un leopardo, la de un enorme rinoceronte y las de un montón de animales cazados en África. Pero a lord Haselmer le faltaba la pieza principal: una cabeza de elefante. Y es que lord Haselmer pensaba que el león era el rey de la selva, pero también que el elefante era el emperador de África.