Allá por el tiempo de Maricastaña, en un paraje hoy yermo y sin color, existió una aldea cuyos vecinos eran todos felices. Un día, el gusano que roe entró en el corazón de uno de ellos, que expuso al resto su deseo de que la aldea fuera más y más rica. Picados todos por el mismo gusano, pidieron a Beremunda, la maga a la que nunca nada había salido bien, un amuleto de la suerte, que propició la desgracia de todo aquel que deseó su poder. Solo una persona consiguió mantenerse libre de su influjo.
Allá por el tiempo de Maricastaña, en un paraje hoy yermo y sin color, existió una aldea cuyos vecinos eran todos felices. Un día, el gusano que roe entró en el corazón de uno de ellos, que expuso al resto su deseo de que la aldea fuera más y más rica. Picados todos por el mismo gusano, pidieron a Beremunda, la maga a la que nunca nada había salido bien, un amuleto de la suerte, que propició la desgracia de todo aquel que deseó su poder. Solo una persona consiguió mantenerse... Seguir leyendo
Érase una aldea sin suerte
Cuando se sale de la ciudad, detrás de los edificios de cemento y pasada la suave curva verde que baja hacia el llano, hay un sitio yermo y horrible que ni siquiera tiene color. Nadie se detiene jamás después de la suave curva verde. Al contrario. Los conductores aceleran todo lo que pueden para perder de vista cuanto antes el horrible lugar. Y todos cierran las ventanillas del coche a cal y canto.