Teresa, la gata de la familia, no quiere acompañar a sus dueños de vacaciones. Se esconde debajo de la cama, en el armario de la limpieza, en el cestillo de las labores… un cestillo que la mamá mete en el maletero del coche. Cuando paran en un merendero, la gata se da cuenta y huye, y encuentra a un perro abandonado atado a un árbol. Como no puede liberarlo, regresa en busca de ayuda. El perro se convertirá en un miembro más de la familia, que reemprenderá el viaje camino de la playa.
Teresa, la gata de la familia, no quiere acompañar a sus dueños de vacaciones. Se esconde debajo de la cama, en el armario de la limpieza, en el cestillo de las labores… un cestillo que la mamá mete en el maletero del coche. Cuando paran en un merendero, la gata se da cuenta y huye, y encuentra a un perro abandonado atado a un árbol. Como no puede liberarlo, regresa en busca de ayuda. El perro se convertirá en un miembro más de la familia, que reemprenderá el viaje camino de la playa.
¡ Odiosas vacaciones!
Pero bueno, ¡qué jaleo! ¿Qué pasa? ¿Nos cambiamos de casa? Ya veo: se van de vacaciones a la playa. Con los cangrejos y los erizos de mar. ¡Están locos de atar! ¿Arena en las orejas y quemarte hasta las cejas? ¡De eso nada, monada! -¡Ya está! Solo falta Teresa –dice papá. ¿Cómo? ¿Irme con ellos? ¡Jamás! -¡Teresa! –grita papá-. ¡Sólo faltas tú! Susana intenta atraerme con sus zalamerías: -¿Dónde estás, Teresitirritita mía?