Tras la guerra, la tierra quedó yerma, la pobreza invadió los pueblos y algunos niños dejaron de tener leche para desayunar. Solo la suma de acciones entre todos los seres vivos supervivientes: ratones, cabras, albañiles… ;y la promesa firmada con la naturaleza para recuperar el esplendor que los propios hombres le robaron, pueden devolver la vida a las laderas de la montaña. Desde el gris horizonte inicial el lector recorre un emotivo camino que conduce a una tierra fértil, un trayecto que invita a reflexionar a partir del relato extraído de una de las cartas que Antonio Gramsci, intelectual italiano encarcelado por Mussolini en los años veinte del siglo XX, escribió a sus hijos desde prisión. La misiva sirve como colofón a un bello ejercicio de ilustración, brumoso y sugerente, construido a partir de una austera variedad cromática que simboliza la dureza de aquel escenario, y editado con acierto en formato vertical.
Tras la guerra, la tierra quedó yerma, la pobreza invadió los pueblos y algunos niños dejaron de tener leche para desayunar. Solo la suma de acciones entre todos los seres vivos supervivientes: ratones, cabras, albañiles… ;y la promesa firmada con la naturaleza para recuperar el esplendor que los propios hombres le robaron, pueden devolver la vida a las laderas de la montaña. Desde el gris horizonte inicial el lector recorre un emotivo camino que conduce a una tierra fértil, un trayecto que invita a reflexionar a partir del relato... Seguir leyendo
El ratón y la montaña
Un niño lloraba porque no tenía que desayunar:
un ratón se habia bebido su leche.
Al ratón le apenó el llanto del niño. Pero él sabía dónde encontrar más leche.
- Señora cabra, ¿podría usted darnos leche para desayunar?
- Podría, podría... -respondió la cabra- si tú me trajeras hierba para comer.