El Club de exploradores del oso polar se rige por unas normas estrictas que ayudan a cohesionar el grupo. Esas leyes les obligan a preservar de cualquier peligro a los unicornios y pingüinos, decorar y equipar adecuadamente sus flamantes trineos o a conservar en perfecto estado todos los instrumentos que componen la mochila básica de aventura. Todo parece “coherente” acorde a las andanzas que pueden vivir salvo una estúpida y ridícula consigna: las mujeres no están aceptadas. La valiente Stella, que ha crecido al calor de las fascinantes historias que le contaba su padre tras sus innumerables travesías por todo el mundo, rompe todos los esquemas para iniciar su propio camino hacia las tierras gélidas. Un incidente provocará que una sección compuesta por jóvenes integrantes, junto a la protagonista de la expedición, quede varada en la parte más fría del País del Hielo. El afán de supervivencia les hará enfrentarse con éxito a numerosas y extrañas criaturas. Magia, troles, brujas, plantas que crecen con sospechosas intenciones… la puerta de la imaginación está abierta de par en par. Este puede ser el comienzo de una hermosa saga para saborear “durante la primera noche que pasas en tu cama tras una temporada viajando”, uno de los mayores placeres que puede brindarte la vida, según nuestra protagonista.
El Club de exploradores del oso polar se rige por unas normas estrictas que ayudan a cohesionar el grupo. Esas leyes les obligan a preservar de cualquier peligro a los unicornios y pingüinos, decorar y equipar adecuadamente sus flamantes trineos o a conservar en perfecto estado todos los instrumentos que componen la mochila básica de aventura. Todo parece “coherente” acorde a las andanzas que pueden vivir salvo una estúpida y ridícula consigna: las mujeres no están aceptadas. La valiente Stella, que ha crecido al calor de las... Seguir leyendo
El viaje al país del hielo
Stella Copodestrella Pearl limpió con la mano la escarcha de la ventana de la torre y, frunciendo el entrecejo, contempló la nieve. Lo normal sería que estuviera de un humor estupendo: al día siguiente era su cumpleaños y lo único que le gustaba más que los cumpleaños eran los unicornios.