Ya sea verano o invierno, la protagonista de esta historia vive en primera persona la crudeza de la soledad, sentimiento del que toma nombre. Esas emociones son especialmente dolorosas en periodos como el navideño sobre todo porque hasta quienes nunca faltan a su cita, como Papá Noel, parecen haberse olvidado de la dirección de la anciana. Dispuesta a cambiar su realidad trata de convencerse de que ese error injustificado es fruto de las pequeñas dimensiones del calcetín recoge-regalos que ha colgado, por lo que comienza a tejer una nueva prenda que atenúe el aburrimiento y, al mismo tiempo, garantice una próxima visita sorpresa de este personaje legendario. Pero el tamaño parece escapar a su control, tomar vida propia y conducir a la señora por todo tipo de mundos inusitados mientras vemos pasar vertiginosamente el tiempo. Ese camino que trazan los soquetes sirve como hilo conductor para dibujar una alocada aventura, estructurada en divertidos versos de entre cuatro y ocho estrofas rimadas en consonante que permiten conocer variados escenarios y sorprender al lector/a con un dulce e inesperado final. Ojalá más viajes con parecidos desenlaces al que propone Pedro Mañas, que en esta ocasión ha contado con las ilustraciones de la artista griega afincada en Madrid Eleni Papachristou, para las que ha fusionado materiales como las acuarelas, el gouache o los lápices de color, aderezados con mejoras practicadas a través de procedimientos digitales.
Ya sea verano o invierno, la protagonista de esta historia vive en primera persona la crudeza de la soledad, sentimiento del que toma nombre. Esas emociones son especialmente dolorosas en periodos como el navideño sobre todo porque hasta quienes nunca faltan a su cita, como Papá Noel, parecen haberse olvidado de la dirección de la anciana. Dispuesta a cambiar su realidad trata de convencerse de que ese error injustificado es fruto de las pequeñas dimensiones del calcetín recoge-regalos que ha colgado, por lo que comienza a... Seguir leyendo
Un calcetín infinito
"A ver qué regalo encuentro..."
Era el día de Navidad,
y la vieja Soledad,
emocionada,
fue y metió la mano dentro
de su media de lana remendada.
¡Qué cruel eres, Papá Noel!
¡Papá Noel, eres muy malo!
¿De verdad has olvidado a Soledad y su regalo?