El día a día, junto a la personas queridas, depara momentos únicos, inolvidables; somos máquinas de recuerdos y podemos, con fortuna, apelar siempre a ellos para retomar sensaciones que, tal vez, nunca volverán. Así lo hacen madre e hijo en un dulce y cálido diálogo bajo las sábanas, narrando con añoranza los primeros pasos en bicicleta, las risas compartidas, el candil y su olor bajo la tormenta (un refugio frente al miedo); o la mudanza que llevó a la familia a la gran ciudad. El amanecer y la llegada de la luz, sin embargo, deja un poso de tristeza sujeto a la interpretación del lector, que caerá rendido ante el poderoso influjo que poseen las siempre mágicas composiciones artísticas del ilustrador canadiense, al que los amantes de la buena literatura infantil seguro que recuerdan por su excelente trayectoria anterior: "Hablo como el río" (con Jordan Scott); "Perdido en la ciudad", "Pueblo frente al mar" (con Joanne Schwartz) o "Un camino de flores" (JonArno Lawson) -difícil escoger solo uno si tuviésemos que recomendar el mejor-
El día a día, junto a la personas queridas, depara momentos únicos, inolvidables; somos máquinas de recuerdos y podemos, con fortuna, apelar siempre a ellos para retomar sensaciones que, tal vez, nunca volverán. Así lo hacen madre e hijo en un dulce y cálido diálogo bajo las sábanas, narrando con añoranza los primeros pasos en bicicleta, las risas compartidas, el candil y su olor bajo la tormenta (un refugio frente al miedo); o la mudanza que llevó a la familia a la gran ciudad. El... Seguir leyendo
¿TE ACUERDAS?
¿Te acuerdas...
... de cuando fuimos de merienda al campo?
Sólo estábamos tú, tu padre y yo.
Tú buscabas bichos y serpientes y nosotros
hablábamos tumbados sobre aquella manta azul.
Entonces llegaste corriendo
con algo en las manos.