Ratona está en el mercado, donde ha acudido con su lista de cosas pendientes, -por ejemplo queso reseco y lechuga mustia-; justo antes de cerrar. El tremendo bullicio entre los puestos provoca un inusual contacto que confirma las peores sospechas: ¡le han robado la cartera! Ante los ojos de todos escapa, raudo y veloz, un conejo deportista: ¿quién creéis que será el máximo sospechoso? Las ilustraciones en grafito, con posterior retoque digital, de Troncatti, ayudan a imaginar la extraña situación que se ha desencadenado entre los animales humanizados de esta fábula con la que la escritora salmantina, afincada en León, Emma S. Varela trata de demostrar lo importante que es pedir perdón y desechar las primeras (y casi siempre fallidas) impresiones a la hora de juzgar a los demás. La anécdota provoca una desagradable sensación en los dos protagonistas, pero dejará sensaciones reparadoras a aquellos lectores curiosos que deseen saborearla en buena compañía.
Ratona está en el mercado, donde ha acudido con su lista de cosas pendientes, -por ejemplo queso reseco y lechuga mustia-; justo antes de cerrar. El tremendo bullicio entre los puestos provoca un inusual contacto que confirma las peores sospechas: ¡le han robado la cartera! Ante los ojos de todos escapa, raudo y veloz, un conejo deportista: ¿quién creéis que será el máximo sospechoso? Las ilustraciones en grafito, con posterior retoque digital, de Troncatti, ayudan a imaginar la extraña situación... Seguir leyendo
¡Qué robo más bobo!
- ¡ES TARDE! ¡ES TARDE!
Estarán a punto de recoger...
Y tendré que comprar queso reseco
y lechuga mustia.
Ratona repasó la lista de la compra
y salió corriendo hacia el mercado.