Aunque el señor Florez podría recordar, vagamente, a Audrie II, aquella terrorífica planta que protagonizaba Little Shop of Horrors (Frank Oz, 1986); lo cierto es que es amigable, como demuestra la relación que mantiene con Sara, una jardinera simpática y preocupada por todas las macetas del local; y con Pimpollo, un pequeño y tierno unicornio. La convivencia se ve alterada con la llegada de una carta en la que se incluye un surtido de semillas de drácenas, boca de dragón y dragos que, tras ser cultivadas -no sin cierto temor-; generan un extraño suceso: el nacimiento masivo de dragones. Los animales, humanizados y con personalidad muy divertida, trastornan la vida cotidiana en todos los ámbitos y solo la pericia de la joven protagonista puede devolver la calma, aunque, ¿estamos seguros de que la tormenta pasará sin más? Tras el éxito generado con la anterior propuesta ("Cómo cultivar un unicornio", Beascoa, 2024), el capítulo actual deja la puerta abierta a nuevas variantes. A modo de epílogo, la propia Sara comparte cinco consejos esenciales para seguir disfrutando de la lectura más allá de la colorida trama, diseñada bajo los conceptos gráficos habituales en Steven Lenton (al que recordamos por "Un pulpo en el tejado", Corimbo, 2023) Para saborear en una sesión compartida con los más pequeños de la casa.
Aunque el señor Florez podría recordar, vagamente, a Audrie II, aquella terrorífica planta que protagonizaba Little Shop of Horrors (Frank Oz, 1986); lo cierto es que es amigable, como demuestra la relación que mantiene con Sara, una jardinera simpática y preocupada por todas las macetas del local; y con Pimpollo, un pequeño y tierno unicornio. La convivencia se ve alterada con la llegada de una carta en la que se incluye un surtido de semillas de drácenas, boca de dragón y dragos... Seguir leyendo
Cómo cultivar un dragón
![](/old-thumbs/978-84-488-6832-1_g.jpg)
¡Bienvenidos a la tienda del señor Florez!
Donde plantas intrépidas crecen por los rincones.
Aunque el señor Florez tiene una pinta un poco amenazadora,
las plantas carnívoras pueden ser gente encantadora.