La cuerda del tiempo
Por la noche había nevado. Tilja lo supo antes de despertarse, y cuando abrió los ojos recordó cómo se había enterado; en un determinado momento, entre sueños, una mano le había sacudido el hombro y había oído murmurar a su madre:
-Está nevando por fin. Debo ir a cantar a los cedros. Tendrás que preparar el desayuno antes de dar de comer a las gallinas.