La sombra de Venecia
La estación donde se detiene el tren es más bien discreta, como tantas otras, con líneas horizontales, las taquillas y los carteles que anuncian llegadas y salidas, un quiosco. Quizá lo han hecho expresamente para estirar un momento la duda. ¿Y si Venecia es mucho menos de lo que me han dicho? Cuando abro la puerta, me llega un aire fino, frío, con un punto de mar, y veo los tres elefantes. Están en fila, tres elefantes de bronce. Cada uno carga con un obelisco de un color diferente. Un poco más allá se extiende el muelle. Al muelle, y a la calle que lo bordea, aquí le llaman
fondamenta. Lo he leído en la guía mientras venía en el tren.