Eduardo era un niño terrible, todo el mundo estaba de acuerdo, hacía cosas muy malas y cada día iba a peor. Sin embargo, a veces basta un poco de estímulo (aunque sea involuntario) para que las cosas cambien a mejor.
Eduardo era un niño terrible, todo el mundo estaba de acuerdo, hacía cosas muy malas y cada día iba a peor. Sin embargo, a veces basta un poco de estímulo (aunque sea involuntario) para que las cosas cambien a mejor.
Eduardo. El niño más terrible del mundo
Eduardo era un niño como otro cualquiera. Se levantaba por la mañana, se vestía, desayunaba, iba al colegio, jugaba, cenaba y se iba a dormir. Algunas veces, Eduardo le pegaba patadas a las cosas. «Eres un niño muy bruto, Eduardo, siempre andas dándole patadas a las cosas. Eres el niño más bruto del mundo».Y Eduardo se volvía cada día más y más bruto.