La puerta de Ptolomeo
Alejandría, 125 a. de C.
Los asesinos se descolgaron en los jardines de palacio a medianoche, cuatro raudas sombras se proyectaron en la muralla. La altura era considerable y el aterrizaje fue duro, pero el ruido que hicieron en la caída se confundió con el tamborileo de la lluvia. Esperaron agachados tres segundos, olfateando el aire.