Tierra de dragones
Fue un sonido muy nítido, el raspar quedo del acero sobre la piedra, lo primero que le indicó que sus visitas habían llegado, seguido por una extraña especie de golpeteo y arrastrar de pies. El golpeteo que sonaba en el callejón se tornó más acusado, y de repente comprendió que no era tanto el sonido de un repiqueteo como una amortiguada algarabía de zarpas, chasqueando entre sí expectantes.