El último elfo
Hacía días que llovía. El barro le llegaba hasta los tobillos. Incluso las ranas habrían terminado por ahogarse en aquel mundo transformado en un pantano, si no hubiera parado de llover.
Él, seguramente, habría muerto, si no hubiese encontrado pronto un lugar seco donde protegerse.
El mundo era frío. El hogar de su abuela había sido un lugar cálido. Pero de eso hacía ya mucho tiempo.