El mensaje de los pájaros
Cada mañana, cuando la luz de un nuevo día le abría los ojos, el rey Gracián recordaba lo pobre que era. Su pequeño reino de bosques y montañas estaba casi despoblado. Apenas tenía más súbditos que los animales que vivían en ellos.
Le quedaban muy pocos soldados. Los más jóvenes se habían ido para ofrecerse a otros reyes y señores que pagaban bastante mejor. Solo tenía ocho guerreros, y eran casi tan mayores como él.
Ya no se atrevían a montar muy a menudo a caballo por temor a lastimarse. Se pasaban buena parte de las horas durmiendo. Tampoco tenían mucho que hacer. Nadie quería atacar aquel apartado castillo en el que no había nada de gran valor o interés.