La autora se pone en la piel de una niña de 12 años que cuenta su vida cotidiana con un ácido sentido del humor y grandes dosis de ironía. Su hermano mayor, Pol, tiene síndrome de Down y sus padres delegan en ella demasiada responsabilidad. Ella comienza su adolescencia con muchas contradicciones y sentimientos encontrados hacia su hermano y el resto de la familia. Esta historia expone con naturalidad y sin prejuicios la convivencia familiar con alguien que tiene una minusvalía psíquica, y como pueden evolucionar las necesidades y los sentimientos de una persona discapacitada que se enamora y necesita más autonomía y libertad.
La autora se pone en la piel de una niña de 12 años que cuenta su vida cotidiana con un ácido sentido del humor y grandes dosis de ironía. Su hermano mayor, Pol, tiene síndrome de Down y sus padres delegan en ella demasiada responsabilidad. Ella comienza su adolescencia con muchas contradicciones y sentimientos encontrados hacia su hermano y el resto de la familia. Esta historia expone con naturalidad y sin prejuicios la convivencia familiar con alguien que tiene una minusvalía psíquica, y como pueden evolucionar las necesidades y los... Seguir leyendo
Mi hermano y yo
Cuando lo vi entrar en mi habitación, sin haber llamado a la puerta, como le había enseñado mil veces, y lo había amenazado, y si no le había pegado es porque él tiene más fuerza que yo: pues eso, cuando lo vi entrar, con sus ojos rasgados abiertos de miedo, no me pude enfadar. Algo gordo pasaba. Venga, Pol, dime qué has hecho. Ya sabes que yo te ayudaré. Pobrecito. (Está prohibido decirle pobrecito, pero en aquel momento en que yo me quitaba de las orejas el iPod y reconocía la angustia en sus ojos achinados, pensé: «Mira tú, pobrecito; yo te ayudaré, Pol, no te preocupes»).
–¿Qué has hecho?
Quería decírselo con dulzura, pero me salió como un rapapolvo.