¡Me he perdido!
El otro día, un caracol se despertó de buena mañana y, como lucía el sol, pensó que sacar sus cuernos y dar un largo paseo sería una fantástica idea. Dicho y hecho. Y, pensando en sus cosas, se puso a pasear. Paseó por aquí y paseó por allá. Paseó y paseó, y tan distraído andaba pensando y paseando que, de golpe y porrazo, se dio cuenta de que se había perdido.
«¡Oh, oh...! Me parece que me he perdido!», exclamó Caracolito. «Si mi casa quiero encontrar, tendré que preguntar».
Caracolito así lo hizo.