La protagonista de esta historia se siente mal porque sus padres no le dejan sacar la lengua como el camaleón, ni hacer pedorretas como los monos, ni sorber por la nariz como los cerdos, ni comer con las manos como las ardillas, ni eructar como su hermano pequeño. Pero lo que sí puede es ¡imitarlos! Además de todo eso, el pequeño lector puede también poner caras divertidas en el espejo que se encuentra al final de este álbum entretenido y juguetón.
La protagonista de esta historia se siente mal porque sus padres no le dejan sacar la lengua como el camaleón, ni hacer pedorretas como los monos, ni sorber por la nariz como los cerdos, ni comer con las manos como las ardillas, ni eructar como su hermano pequeño. Pero lo que sí puede es ¡imitarlos! Además de todo eso, el pequeño lector puede también poner caras divertidas en el espejo que se encuentra al final de este álbum entretenido y juguetón.
¡ No me dejan hacer nada!
El camaleón puede sacarle la lengua a quien quiera…, ¡pero a mí no me dejan! Los monos pueden hacer pedorretas o meterse el dedo en la nariz…, pero cuando a mí me hacen una foto, ¡yo tengo que sonreír!
Los cerdos pueden sorber por la nariz…, ¡pero no veas cómo se pone mamá si se me ocurre sorber a mí!
Las ardillas pueden comer con las manos… ¡Pero yo tengo que usar los cubiertos toooooodo el rato!