Como especialista en el estudio del comportamiento animal, la profesora y escritora Muntsa Mimó seguro que ha empleado muchas horas en observar los movimientos y actitudes de los gatos, perfectamente capturados en las ilustraciones, de trazos firmes pero con un halo poético que trasciende a cada escena, modeladas con pinturas al agua y retoque digital. Los avatares de Miula constituyen el hilo conductor y un pretexto para deambular por el barrio y conocer la soledad y los sentimientos que envuelven a algunos de sus habitantes. Gracias a la curiosidad del minino tenemos la oportunidad de despedirnos de Ramón, antes de dejar su casa para ingresar en una residencia, con la firme y conmovedora promesa de que aunque en un futuro próximo se olvide de todo, nunca lo hará de ella. También a la abuela de Pepa y Lúa, a quien hace compañía mientras degusta un plato de leche; o a Joaquín y Laura, a quienes su presencia ayuda a sobrellevar la reciente pérdida de su perro. Pero Miula es un espíritu inquieto y errante, y prosigue su camino haciendo parada en el parque para conocer a un risueño vagabundo, a pesar de todo, hasta terminar el periplo con su propia familia, junto a la que se adivinan nuevas y pequeñas aventuras cotidianas, tan entrañables como las que los autores han sabido reflejar en pinceladas de ternura con las que dejan claras que la gata no tiene ni tendrá nunca dueño.
Como especialista en el estudio del comportamiento animal, la profesora y escritora Muntsa Mimó seguro que ha empleado muchas horas en observar los movimientos y actitudes de los gatos, perfectamente capturados en las ilustraciones, de trazos firmes pero con un halo poético que trasciende a cada escena, modeladas con pinturas al agua y retoque digital. Los avatares de Miula constituyen el hilo conductor y un pretexto para deambular por el barrio y conocer la soledad y los sentimientos que envuelven a algunos de sus habitantes. Gracias a la... Seguir leyendo
¿Qué te pasa, Miula?
Miula es una gata muy fisgona.
Le gusta rondar por las calles de la ciudad, trepar por los tejados y mirar por las ventanas para ver cómo vive la gente.
Cuando pasea por el parque, se fija en los gorriones, las lagartijas, los perros, los niños que juegan en el arenero y las abuelas sentadas en los bancos.