Cuando el rey comprendió que su amigo nunca más despertaría, decidió iniciar un viaje hasta el confín del mundo, pues solo allí había constancia de la existencia de una pareja que resistía, inmortal, al paso del tiempo; con el fin de conocer su secreto y poder aplicar la misma fórmula al querido Enkidu. La epopeya forma parte de los relatos protagonizados por el monarca de Uruk en Mesopotamia, considerada la obra más antigua de la literatura épica a nivel mundial. Annamaria Gozzi reconstruye la historia manteniendo la esencia del texto original, aplicando el siempre atractivo barniz de las ilustraciones de Antinori, cuya aportación siempre garantiza originalidad y un carismático uso del color, muy cercano al imaginario infantil. En el cuento podemos realizar una doble lectura, la incuestionable oda a la amistad y una reflexión implicita, orientada al lector de mayor bagaje, que auna el reto filosófico con el temor común a los mortales, esto es, la búsqueda del significado de la vida y el miedo a desaparecer. Aunque las aventuras de su viaje están grabadas "en tablillas de arcilla para conservarlas en la memoria", la solución ya la conocéis, reside en el resplandor que el viajero vislumbró sobre las murallas de su ciudad al atardecer.
Cuando el rey comprendió que su amigo nunca más despertaría, decidió iniciar un viaje hasta el confín del mundo, pues solo allí había constancia de la existencia de una pareja que resistía, inmortal, al paso del tiempo; con el fin de conocer su secreto y poder aplicar la misma fórmula al querido Enkidu. La epopeya forma parte de los relatos protagonizados por el monarca de Uruk en Mesopotamia, considerada la obra más antigua de la literatura épica a nivel mundial. Annamaria... Seguir leyendo
Gilgamesh. Más allá del confín del mundo
Había una vez un rey que lloraba.
Había perdido a su mejor amigo.
¿Cómo se puede perder a un amigo?
Los amigos siempre están ahí.
- Enkidu -llamaba el rey-. Enkidu, responde.
Y al rey no le importaba nada ser poderoso y gobernar una ciudad toda dorada si su amigo seguía mudo. Inmóvil.
Durante siete días el rey, Gilgamesh era su nombre, veló a su amigo Enkidu.